lunes, 1 de septiembre de 2014

LA INTELIGENCIA



Definición de la inteligencia

Desde un concepto científico se podría definir como la capacidad de adquirir aptitudes físicamente reales.
Definir qué es la inteligencia ha sido siempre objeto de polémica; ante un escenario tan diversificado de opiniones, Vernon (1960) sugirió una clasificación de las principales definiciones. La definición se hizo en base a tres grupos: las psicológicas, mostrando a la inteligencia como la capacidad cognitiva, de aprendizaje y relación; las biológicas, que consideran la capacidad de adaptación a nuevas situaciones; y las operativas, que son aquellas que dan una definición circular diciendo que la inteligencia es "...aquello que es medido en las pruebas de inteligencia".
El concepto de inteligencia artificial generó hablar de sistemas, y para que se pueda aplicar el adjetivo inteligente a un sistema, éste debe poseer varias características, tales como la capacidad de razonar, planear, resolver problemas, pensar de manera abstracta, comprender ideas y lenguajes, y aprender.
Tal diversidad indica el carácter complejo de la inteligencia, la cual sólo puede ser descrita parcialmente mediante enumeración de procesos o atributos que, al ser tan variados, hacen inviable una definición única y delimitada, dando lugar a singulares definiciones, tales como: «la inteligencia es la capacidad de adquirir capacidad», de Woodrow, o «la inteligencia es lo que miden los test de inteligencia», de Bridgman.
LOS TIPOS DE INTELIGENCIA 
II.2.1. Inteligencia auditiva – musical.
Los niños que la muestran se sienten atraídos por los sonidos de la naturaleza y por todo tipo de melodías. Disfrutan siguiendo el compás de la música con el pie, golpeando o sacudiendo algún objeto rítmicamente. Son hábiles en el canto, en la ejecución de instrumentos y en la apreciación musical.
II.2.2. Inteligencia corporal-kinestésica.
Se aprecia en los niños que usan su cuerpo para expresar emociones como danza y expresión corporal. Destacan en actividades deportivas y en trabajos de construcción donde se utilizan materiales concretos. También se aprecia en aquellos que son ágiles al ejecutar un instrumento.

II.2.3. Inteligencia lógico-matemática.
Los niños que la desarrollan analizan con facilidad planteamientos y problemas. Se acercan a los cálculos numéricos, estadísticas y acertijos lógicos con entusiasmo. Desarrollan habilidades en computación y pensamiento científico.

II.2.4. Inteligencia verbal-lingüística.
Se encuentra en los niños que les encanta redactar historias, leer, jugar con rimas, trabalenguas y en los que aprenden con facilidad otros idiomas. Les es fácil la comunicación, expresión y transmisión de ideas en forma verbal.

II.2.5. Inteligencia visual-espacial.
Está en los niños que estudian mejor con gráficos, esquemas y cuadros. Les gusta hacer mapas conceptuales y mentales. Entienden muy bien planos y croquis. La base sensorial de esta inteligencia es el sentido de la vista, así como la habilidad de formar imágenes mentales.

II.2.6. Inteligencia interpersonal.
La tienen los niños que disfrutan trabajando en grupo, entienden al compañero y son convincentes en sus negociaciones con pares y mayores. Está relacionada con la capacidad de comprensión hacia los demás, como notar las diferencias entre personas, entender sus estados de ánimo, su temperamento e intenciones.

II.2.7. Inteligencia intrapersonal.
La demuestran los niños que son reflexivos, de razonamiento acertado y suelen ser consejeros de sus pares. Conocen sus emociones y saben nombrarlas. Desarrollan la capacidad de construir una percepción precisa respecto de sí mismo, de organizar y dirigir su propia vida.
II.2.8. Inteligencia naturalista.

Se da en los niños que aman a los animales y las plantas, que reconocen y les gusta investigar características del mundo natural y el creado por el hombre. Tienen la capacidad de observar, experimentar y entender las cadenas naturales de organización ecológica


Algunos mitos sobre la inteligencia


El autor del libro “Inteligencia exitosa”, Robert Stemberg, pone en jaque algunos parámetros que hasta hoy eran considerados palabra santa. Uno de ellos es el cociente o coeficiente intelectual, que se define en torno a una estadística que resulta de la realización de un test estandarizado para medir las habilidades cognitivas de una persona en relación con su edad. Stemberg establece que la inteligencia no se mide tan fácilmente. “El nivel de inteligencia que mide el coeficiente intelectual es una inteligencia inerte, académica o teórica, que no conduce a un movimiento o acción dirigidos a una meta”, diferencia el autor. Es decir, hay otros tipos de inteligencia que son imposibles de medir a través de la standardización de un test. Este es el caso por ejemplo de las personas creativas o la inteligencia práctica.
Por su parte, James Flynn, Profesor Emérito de la Universidad de Otago, de Nueva Zelanda y autor del “Flynn Efect”, descubrió a través de una serie de investigaciones que las mediciones del coeficiente intelectual cuentan con menos del 10% de las personas que tienen más éxito. Esto significa que este test deja afuera al 90% de los individuos que han conseguido metas importantes. Otro de los mitos que rondan socialmente alrededor del nivel de inteligencia es que “se nace con ella”. Absolutamente, falso. Una investigación encabezada por Julián De Zubiría Samper, titulada “Teorías Contemporáneas de la inteligencia y la excepcionalidad”, lo desmitifica. El estudio comprobó que los individuos que no reciben apoyo y orientación de calidad pueden llegar a deteriorar sus niveles de interés, autonomía y pasión por el conocimiento. En cambio, quienes son estimulados y motivados en el conocimiento y la práctica pueden acrecentar notablemente su desarrollo intelectual.
Entonces, ¿se nace o se hace? La inteligencia se construye. “La inteligencia es modificable, cada uno puede aumentarla o disminuirla. No obstante, la inteligencia no es primordialmente un problema de cantidad, sino de equilibrio y de saber cuándo y cómo usar las habilidades analíticas, creativas o prácticas”, destaca Stemberg. Por su parte, Zubiría destaca la importancia del estímulo como factor decisivo. “Detrás de todo joven con talento siempre encontraremos un padre o una madre que favoreció una amplia exploración de intereses desde edades tempranas;. Por ello, se puede afirmar que el talento no reposa tanto en la cabeza o en las manos de un niño como se supuso durante el siglo XX. La inteligencia y el talento dependen esencialmente de la interacción entre el niño, los mediadores y a cultura“ . La inteligencia es una construcción. Nadie está signado por su genética.
“Nuestras propias investigaciones nos permiten concluir que, antes que el coeficiente intelectual, en el rendimiento escolar de un estudiante tienen un papel mucho más importante la autonomía, el interés, la creatividad, la reflexividad y la resonancia familiar y escolar. Después de realizar más de 2.000 correlaciones, podemos concluir que la correlación entre coeficiente y rendimiento académico es prácticamente nula”, sostiene Zubiría. Pero, entonces ¿qué miden los test de coeficiente intelectual? Stemberg explica que evalúan solamente el vocabulario y la información general. Es decir, una persona sumamente informada puede obtener un mayor coeficiente que una persona que no lo está, pero quienes han obtenido un bajo puntaje pueden contar con mayor número de capacidades y habilidades.
No hay un destino escrito. Tal como sucede en la mayoría de las cuestiones importantes en la vida, la inteligencia se hace camino al andar.